EL PAPEL DEL PAPEL
Hace unos días, sentado en el baño con un libro de mi escritor favorito que no voy a mencionar -sólo diré que es mexicano, al sacar un pedazo de papel higiénico, reparé, con sorpresa, que tenía letras, pequeñas, casi ilegibles (debo decir que enciendo la luz del baño aún de día, por mi obsesión de leer hasta la letra más pequeña, desde la época que fui redactor de contratos en una multitienda).
Me sobresalté al ver que se trataba de un mensaje, que más parecía una súplica: ¡Por favor, al que lea, estoy raptada en una bodega de papeles, entre rollos y cartones, auxilio! Más abajo, aparecía una dirección que fácilmente identifiqué (porque hasta hace poco trabajé de taxista).
Guardé el papel en un bolsillo y saqué otro pedazo y mi impresión fue total al ver impreso otro mensaje. Se trataba de un niño que denunciaba a su madrastra de maltrato sicológico y golpizas. Al final del desesperado texto aparecía un número telefónico, que por su código, reconocí se trataba de un sector acomodado de la ciudad (esto lo sé porque trabajé largo tiempo en la principal empresa telefónica de mi ciudad).
Con el ánimo de ayudar, guardé también este mensaje (Ayudar al prójimo es algo que siempre me ha gustado, por eso desde muy joven soy bombero).
Al sacar nuevamente papel, mi indignación superó a mi sorpresa (pocas cosas me indignan o sorprenden, después de haber trabajado en la oficina de reclamos del servicio al consumidor).
Al sacar nuevamente papel, mi indignación superó a mi sorpresa (pocas cosas me indignan o sorprenden, después de haber trabajado en la oficina de reclamos del servicio al consumidor).
El papel contenía el mensaje de auxilio de una anciana de noventa y nueve años (el número nueve y cualquiera de sus múltiplos siempre han sido para mí cabalísticos, porque la suma de los dígitos siempre es nueve, lo sé porque fui ayudante de un experto en numerología y adivinación). En su nota, la mujer denunciaba maltratos recibidos en el Hogar de ancianos donde su familia la había abandonado. Solidaricé con la situación (me desempeñé bastante tiempo en una institución de protección de la ancianidad). En el papel aparecía el nombre de la anciana y el del asilo, el que identifiqué (alguna vez lo visité en mis años de repartidor de correos).
Cuando volví a sacar papel, sólo quedaba un trozo pequeño e insignificante, que claramente no me alcanzaba (suelo ser muy cuidadoso con mi aseo personal, hábito que adquirí en los años que trabajé como empleado de un hospital). Después de meditar detenidamente la situación, considerando que vivo solo, tomé el lápiz que manejo en el baño y sobre el pequeño papel escribí un mensaje diciendo: me encuentro solo en el baño de mi casa, sin papel higiénico. Hice un avioncito con él y lo arrojé por la ventana.
Cuando volví a sacar papel, sólo quedaba un trozo pequeño e insignificante, que claramente no me alcanzaba (suelo ser muy cuidadoso con mi aseo personal, hábito que adquirí en los años que trabajé como empleado de un hospital). Después de meditar detenidamente la situación, considerando que vivo solo, tomé el lápiz que manejo en el baño y sobre el pequeño papel escribí un mensaje diciendo: me encuentro solo en el baño de mi casa, sin papel higiénico. Hice un avioncito con él y lo arrojé por la ventana.
Confío en que vendrá alguien a rescatarme, porque siempre he sido muy confiado en la bondad de las personas, sobre todo ahora que soy Secretario de un Candidato Presidencial.
3 Comments:
Hijo, qué ingenio tienes, a ver si a mí me llega tu llamado de auxilio y voy a socorrerte, aunque tendrás que esperarte un poquito más ahí sentado puesto que estoy en Venezuela, y te digo, desde que trabajé en la Oficina de Correos sé que esos envíos van para laaargo.
No, ya en plan serio, me pareció muy bien relato.
No sabía yo que era ud un bloggero. No compulsivo por lo visto, pero bloggero al fin y al cabo. Lo invito a visitar el mío.
Lucy.
muy bueno el relato, felicitaciones!!!
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