LA RESISTENCIA

Damián, pese a su corta edad, vivía atemorizado, había crecido sabiendo del dolor de muchos, especialmente de su madre a causa de la separación con su padre hacía ya dos largos años.
Estoicamente subió a la camioneta que condujo a su madre hasta las frías instalaciones militares, una vez allá, lo dejaron en una pequeña sala de espera, casi sin muebles, sólo una mesita y un par de sillas, ornamentada exclusivamente con una foto enmarcada del Dictador colgada en la pared.
A su madre la llevaron "adentro" para interrogarla, mientras él esperaba la llegada de un tío, hermano de su madre, con el que se iría mientras su madre permanecía detenida.
Al cabo de una hora aproximadamente, apareció un militar, al pasar por su lado le sonrió y le entregó un pequeño paquete acompañado de un guiño. Damián lo recibió y lo apretó en su mano. De inmediato pensó que se trataba de un militar disidente, y el paquete debía ser un mensaje que él debía hacer llegar a su padre, un mensaje importante sin duda para mantener alerta a la resistencia.
Su tío, quien no compartía los ideales de su padre, no debía enterarse. Así, cuando le avisaron de la llegada de éste, apretó muy fuertemente la mano para ocultar el mensaje. Desde ese momento, la principal preocupación de su mente aún infantil, fue como hacer llegar el mensaje. Guardando silencio, subió al automóvil de su tío y esperó a estar solo para leer el mensaje. Al llegar a casa de su tío, pidió ir al baño, una vez allí, cerró con llave la puerta y cuidadosa y lentamente abrió la mano, entonces lo invadió un sentimiento mezcla de sorpresa y desaliento, al comprobar que en su mano sólo había chocolate derretido.
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