TIEMPO DE CAMBIO
Ayer escuché una noticia que me causó extrañeza, una bella modelo se sometió a una dolorosa operación para alargar tres centímetros sus piernas. Digo que me causó extrañeza, porque la chica medía un metro y setenta y dos centímetros, una estatura considerable, aunque en el mundo de la moda internacional, probablemente es insuficiente.
A veces pienso que nuestra época vive exageradamente la búsqueda de la perfección.
De este modo, son muchos los que sufren por sus defectos, que en otra época habrían sido parte de la singularidad, más que motivo de frustración.
Por supuesto que otros tantos se aprovechan de este fenómeno para obtener ganancias, ni hablar de los cirujanos, que argumentando la salud psicológica de sus pacientes, realizan todo tipo de cambios en la fisonomía de éstos.
Lo raro es que aún no les da por cambiar la forma de pensar y de actuar de las personas. Me imagino un señor yendo al médico para que le intervenga cierta porción del cerebro que lo haga más simpático, o tener mayor capacidad de liderazgo, o de emprendimiento, y por que no decirlo, ser mejor amante.
Claro, porque sabemos que son muchos los que ofrecen, por intermedio de páginas web y de correos electrónicos (spam) la posibilidad de alargar el pene, prometiendo implícitamente, ser mejores amantes. Sin embargo sólo un ingenuo podría creer que eso basta, o mejor dicho que eso puede guardar alguna relación, salvo en casos especiales en que el sujeto haya sido duramente castigado por la naturaleza.
¿Entonces, a quién podrían acudir los interesados en mejorar su capacidad amatoria? Al parecer la respuesta la sigue teniendo el mundo de la psicología y de la sexología, que mediante diversos abordajes del problema, algo ayudan, aunque finalmente, no pueden dar lo que natura niega.
Recuerdo un tío que se operó la nariz, encontraba que la tenía enorme, después de una costosa intervención, quedó con una nariz pequeña y tímida. El pobre sufrió lo indecible, perdió el respeto de su esposa, el de sus hijos, y aunque no lo crean, perdió el magnetismo que tenía con las mujeres. Al parecer por algún tipo de asociación, a ellas les gustaba con la nariz grande. Como que perdió el carácter.
Entonces se podría decir que todas las respuestas están en la psiquis, en complicidad con el espejo. A propósito, recuerdo un cuento de Ray Bradbury, publicado en “El país de octubre”, en que el protagonista, un enano, visitaba cada noche el salón de los espejos para ver su imagen reflejada en uno convexo, que le alargaba la figura. Una solución más barata y menos dolorosa que alargarse las piernas.
Quizás la solución está en vender espejos que permitan ver lo que cada uno quiera ver.
Lo que nadie puede discutir es que para ser buen amante, lo más importante es amar.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home