EL COLIBRÍ
El hombre se internó en el pequeño bosque y se dispuso a meditar. Su columna se alineó y su quietud fue la del bosque.
Su respiración fluía y su mente se blanqueaba, haciendo elevarse a Kundalini, la serpiente de fuego. En ese instante un bello sonido lo trajo de vuelta. Se trataba de un colibrí que aleteaba detrás de él, muy cerca de su cabeza. El hombre giró, extasiado con la hermosa imagen.
El colibrí lo miraba fijamente, como intentando establecer quien tenía la mirada más fuerte y penetrante. El hombre pestañó primero. Al abrir los ojos nuevamente, el ave ya no estaba, en su lugar, una bella mujer, cuya sonrisa iluminaba todo el bosque, alargaba los brazos hacia él, invitándolo.
Los días que siguieron fueron como un sueño, un gran sentimiento, una inmensa pasión. Las noches al lado de esa mujer, fueron mágicas.
Un día ella se fue, quizás convertida en colibrí (sólo quedó una hermosa pluma de su cola) escapó del invierno que se avecinaba, o tal vez arrancó de la Gripe Aviar.
A la distancia el colibrí quizás piense que el hombre está esperando que aparezca otro colibrí.
El hombre solamente volvió al pequeño bosque, se sentó y alineó su columna, hizo fluir su respiración, vació su mente y fue uno con el bosque.
Su respiración fluía y su mente se blanqueaba, haciendo elevarse a Kundalini, la serpiente de fuego. En ese instante un bello sonido lo trajo de vuelta. Se trataba de un colibrí que aleteaba detrás de él, muy cerca de su cabeza. El hombre giró, extasiado con la hermosa imagen.
El colibrí lo miraba fijamente, como intentando establecer quien tenía la mirada más fuerte y penetrante. El hombre pestañó primero. Al abrir los ojos nuevamente, el ave ya no estaba, en su lugar, una bella mujer, cuya sonrisa iluminaba todo el bosque, alargaba los brazos hacia él, invitándolo.
Los días que siguieron fueron como un sueño, un gran sentimiento, una inmensa pasión. Las noches al lado de esa mujer, fueron mágicas.
Un día ella se fue, quizás convertida en colibrí (sólo quedó una hermosa pluma de su cola) escapó del invierno que se avecinaba, o tal vez arrancó de la Gripe Aviar.
A la distancia el colibrí quizás piense que el hombre está esperando que aparezca otro colibrí.
El hombre solamente volvió al pequeño bosque, se sentó y alineó su columna, hizo fluir su respiración, vació su mente y fue uno con el bosque.
3 Comments:
muy hermoso tu escrito.
definitivamente los colibríes son criaturas mágicas, relacionadas con esos amores que sólo aparecen una vez en la vida, son breves pero intensos, como el vuelo del colibrí.
besos.
Maravilloso este relato. Me encantó y lo he disfrutado mucho.
Un abrazo
Que historia hermosa. Estaré más a menudo visitando este esplendido blog.
http://arlenedosyalguncamino.blogspot.com/
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