CARTA DE AMOR II
Mi querida Raquel:
Me sorprendí al saber que a tu nueva pareja le comentaste que conmigo nunca sentiste verdadero placer al hacer el amor.
Lo supe por mi compadre, el padrino de nuestro hijo.
Él se le contó, sí, le contó que tú lo decías al hacer el amor, le contó que al tener un orgasmo, repetías “es diferente, es diferente”, que también decías que nunca habías sido tan feliz haciéndolo.
Es verdad que después de ocho años de matrimonio la cosa se pone difícil, que la rutina le quita el gusto al amor, que cada uno se acostumbra tanto a las palabras, movimientos y gemidos del otro, que se van acabando las sorpresas y la costumbre te adormece los sentidos. Sin embargo yo todavía me éxito cuando recuerdo las noches en que me esperabas que llegara del trabajo, con la cena servida, y tú, con tu vestido rojo y sin ropa interior, entonces por debajo de la mesa, empezabas a tocarme los muslos con tu pie desnudo, anunciando el prematuro final de la cena. Me basta imaginar que te levanto el vestido y que allí estará toda tu belleza en plenitud, para volver a desearte.
Claro está que no tenemos la misma memoria, y es verdad que no se puede ir por la vida exigiendo a los demás que se comporten, recuerden y sientan igual que nosotros, sin embargo espero que esta carta te permita evocar lo mucho que gozamos nuestra relación, especialmente en sus inicios.
Sobre todo si logras acordarte de las noches de invierno, cuando decías que necesitabas mi calor, y te gustaba hacer el amor mucho rato, para subir la temperatura corporal y luego tenías un orgasmo y te dormías abrazándome. O las noches de verano, que decías te gustaba transpirar mucho y sentir que toda la humedad de los cuerpos se hacía una. Como ves, tengo los recuerdos muy frescos, aunque no sé si logre que se te refresque a ti la memoria.
Finalmente querida Raquel, quisiera agregar algo, lo que realmente me duele es no haber encontrado jamás una mujer que me diera tanto placer como lo hiciste tú, y te aseguro que he hecho varios intentos. También deseo decirte que no me importó tanto que le dijeras aquello a tu nuevo amante, tampoco que él se lo contara a mi compadre, en definitiva si alguien puede estar molesto por eso eres tú, ya que tuvo el mal gusto de revelar sus intimidades.
Ni siquiera me sentí herido porque lo llevaste a nuestra cama, la misma de los ocho años de matrimonio, a decir verdad, lo que me dolió, por lo injusto, es que a él nunca le exigiste sacar a pasear a tu perro, como requisito para hacer el amor, y que faltando a lo que decías ser tus principios, sí lo dejaste fumar en el dormitorio.
3 Comments:
jajajaja... asi son las cosas...
Notable final...
Besos.
genial!...me agrado...voy a buscar la primera carta de amor
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