BIENVENIDO AL MUNDO DE LOS SUEёOS, DE LAS HISTORIAS QUE NACEN DE LA VIDA COTIDIANA, LA SOLEDAD Y LA FANTASÍA

26 enero, 2006

KARAOKE

Iba en el bus, de vuelta a casa, hace unos días, cuando por la puerta trasera, con el beneplácito del conductor, se subió un joven, de unos veinte años, de escasos recursos, que aparentaba ser ciego, digo aparentaba, porque en un momento, en el paradero siguiente, otro joven que estaba en la acera, lo miró, le sonrió y el que estaba en el bus, le contestó la sonrisa con un aire de complicidad.
El caso es que el supuesto ciego portaba un pequeño equipo de música, de esos con forma ovalada, de unos treinta centímetros de largo, cuando más. Su rutina para conseguir la ayuda económica de los pasajeros, consistía en poner una música (Cumbia) y cantar, simulando el sistema Karaoke.
Más allá de la deplorable interpretación (era un tipo muy desafinado), me llamo la atención la letra de la canción, decía así:
“No te ofendas buen amigo, pero me gusta tu mujer, ella es tan bonita, el color de sus ojitos, como mueve la colita, quisiera besar su boquita”

La gente que iba en el bus, permaneció imperturbable; aunque debo reconocer que en Chile, la gente que va en un bus, siempre permanece imperturbable. Recuerdo haber asistido a un ataque de epilepsia, protagonizado por una señora de edad avanzada, y a excepción de la mujer que iba a su lado, que la asistió y del conductor, que desvió el bus un par de cuadras, con el fin de dejarla en un centro de primeros auxilios, el resto de los pasajeros permaneció inmutable. No es que el común de los chilenos no se interese por lo que le suceda a los demás, cosa que queda demostrada cada vez que se organiza una campaña solidaria o Teletón, sino más bien, se trata de una “cultura de bus”, que consiste en subirse y permanecer mirando el vacío, sin interactuar con los otros, sólo interactuando en el momento que alguien sube por la puerta trasera (cuando adelante está repleto) y manda hacia el conductor el dinero del pasaje, en ese momento, las manos parecen voces, dispuestas a saludar, convivir y todo eso, toman el dinero, se lo van pasando, como en una carrera de relevos, y lo mismo con el dinero del cambio y el boleto, hasta hacerlo llegar al destinatario, después la escena se vuelve a congelar. Eso me recuerda las palabras de una joven venezolana que conocí hace muchos años en la época de universidad, ella decía:
Acá, cuando te subes a un bus, todos van arrechos (enojados), el conductor va arrecho, los pasajeros van arrechos, en cambio en Venezuela, el conductor maneja al ritmo de su “salsita” y cuando tú subes te dice: ¿Cómo estás buena moza? Y tú le sonríes y le contestas “chévere”.

Volviendo al canto del “joven ciego”, me perturbó la desfachatez con que se expresaba el deseo por la mujer del prójimo en la canción, atentatorio si tomamos en cuenta que prójimo significa próximo, es decir, el que tienes a tu lado; así, cuando el “joven ciego” paso por “mi lado” sentí un gran alivio al no tener pareja (soy divorciado) y que cualquiera en el bus te esté diciendo en tu cara que desea a tu mujer por “como mueve la colita”.
Será que en las clases sociales más bajas, se permite ese tipo de expresiones, porque no me cabe duda que en las clases sociales más altas, también se desea a la mujer del prójimo, la diferencia es que no lo dicen, o por lo menos no al ritmo de una cumbia. Será que lo dicen al son de un jazz o una pieza de Vivaldi.
Lo claro es que las clases sociales más altas no andan en bus, y que estas expresiones terminarán cuando se implemente en su totalidad, el plan de la locomoción colectiva: Transantiago.