EMERGENCIA CARDÍACA
Dos llamadas telefónicas recibí aquella tarde, un poco después de llegar del trabajo; una era de mi hermano y la otra de mi novia.
No había terminado de aflojarme el nudo de la corbata cuando llamó mi novia, el propósito era comentarme que no la esperara porque cenaría con una amiga y luego dormiría en casa de ésta. Habitualmente nos juntamos los viernes en mi departamento, cenamos con velas, vemos alguna película y hacemos el amor, el sábado despertamos tarde y nos turnamos para hacer el desayuno. En el momento que me lo dijo sentí una pequeña decepción, pero no alcancé a angustiarme demasiado porque la siguiente llamada acaparó mi completa atención. Mi hermano me contaba que a su hijo recién nacido debían operarlo del corazón, con carácter de urgente. Se trataba según recuerdo de una tal “enfermedad de los niños azules”, una abertura existente durante el embarazo, que comunica las dos Aurículas, que normalmente se cierra o debe cerrarse poco después de nacer, para que no se mezcle la sangre oxigenada con la que contiene dióxido de carbono, a mi pequeño sobrino, no se le había cerrado. Al llegar al hospital (no me demoré más de quince minutos, para estos acontecimientos suelo transformarme en un piloto demasiado audaz y conduzco mi automóvil diestramente) me enteré, para tranquilidad de toda la familia, que se trataba de una operación menor, dado los avances en la medicina.
Durante el tiempo que demoró la operación, conversé con mi hermano, mi cuñada, esposa de mi hermano y su hermana menor, estudiante de medicina. La chica nos explicó que el agujero que comunica las dos aurículas, se llama agujero oval, y que milagrosamente se cierra cuando el niño nace, producto de la presión de la sangre, y que un reducido grupo de niños presenta problemas a la hora de cerrarse este agujero. También nos tranquilizó cuando se refirió al alto porcentaje de éxito de esta operación, algo así como el noventa y nueve coma nueve por ciento.
Lo que más llamó mi atención es lo sabio de la naturaleza, aunque el hincapié estuvo en lo avanzado de la medicina de hoy en lo que a cirugía cardíaca se refiere.
Terminada la operación, mi cuñada y su hermana se quedaron en el hospital, mientras mi hermano y yo íbamos por comida preparada.
Llegamos a una zona de Restaurantes, al entrar en uno de ellos me llevé la gran sorpresa de la noche, mi novia cenaba con un tipo un tanto mayor que yo, quien sostenía su mano, y aparentemente intentaba conquistarla. De pronto ella se acercó a él y lo beso en los labios.
Mi primera reacción fue de sorpresa, luego de indignación. Pensé en acercarme y armar un escándalo, mi hermano al percatarse me sacó a tirones del lugar.
Las tres horas siguientes, las pasamos deambulando por las calles, durante todo ese tiempo mi hermano intentó calmarme y atenuar mi dolor (para mí una de las cosa más graves de la vida es la traición).
Han pasado varias semanas, antes de aclararle el tema a mi novia, ella me pidió que termináramos la relación, argumentando que tenía dudas de sus sentimientos por mí.
No quise comentarle lo que vi, quizás por amor propio o por delicadeza, el asunto es que me lo guardé.
Mi sobrino a los dos días estaba de alta y haciendo una vida normal para un recién nacido.
Llevo una semana saliendo con la hermana de mi cuñada, la que estudia medicina. La muchacha es bonita, y aunque no es mi tipo, debo reconocer que es simpática y muy inteligente.
Lo más importante para mí, es que sabe de medicina y quizás pueda hacer algo por mi destrozado corazón.
No había terminado de aflojarme el nudo de la corbata cuando llamó mi novia, el propósito era comentarme que no la esperara porque cenaría con una amiga y luego dormiría en casa de ésta. Habitualmente nos juntamos los viernes en mi departamento, cenamos con velas, vemos alguna película y hacemos el amor, el sábado despertamos tarde y nos turnamos para hacer el desayuno. En el momento que me lo dijo sentí una pequeña decepción, pero no alcancé a angustiarme demasiado porque la siguiente llamada acaparó mi completa atención. Mi hermano me contaba que a su hijo recién nacido debían operarlo del corazón, con carácter de urgente. Se trataba según recuerdo de una tal “enfermedad de los niños azules”, una abertura existente durante el embarazo, que comunica las dos Aurículas, que normalmente se cierra o debe cerrarse poco después de nacer, para que no se mezcle la sangre oxigenada con la que contiene dióxido de carbono, a mi pequeño sobrino, no se le había cerrado. Al llegar al hospital (no me demoré más de quince minutos, para estos acontecimientos suelo transformarme en un piloto demasiado audaz y conduzco mi automóvil diestramente) me enteré, para tranquilidad de toda la familia, que se trataba de una operación menor, dado los avances en la medicina.
Durante el tiempo que demoró la operación, conversé con mi hermano, mi cuñada, esposa de mi hermano y su hermana menor, estudiante de medicina. La chica nos explicó que el agujero que comunica las dos aurículas, se llama agujero oval, y que milagrosamente se cierra cuando el niño nace, producto de la presión de la sangre, y que un reducido grupo de niños presenta problemas a la hora de cerrarse este agujero. También nos tranquilizó cuando se refirió al alto porcentaje de éxito de esta operación, algo así como el noventa y nueve coma nueve por ciento.
Lo que más llamó mi atención es lo sabio de la naturaleza, aunque el hincapié estuvo en lo avanzado de la medicina de hoy en lo que a cirugía cardíaca se refiere.
Terminada la operación, mi cuñada y su hermana se quedaron en el hospital, mientras mi hermano y yo íbamos por comida preparada.
Llegamos a una zona de Restaurantes, al entrar en uno de ellos me llevé la gran sorpresa de la noche, mi novia cenaba con un tipo un tanto mayor que yo, quien sostenía su mano, y aparentemente intentaba conquistarla. De pronto ella se acercó a él y lo beso en los labios.
Mi primera reacción fue de sorpresa, luego de indignación. Pensé en acercarme y armar un escándalo, mi hermano al percatarse me sacó a tirones del lugar.
Las tres horas siguientes, las pasamos deambulando por las calles, durante todo ese tiempo mi hermano intentó calmarme y atenuar mi dolor (para mí una de las cosa más graves de la vida es la traición).
Han pasado varias semanas, antes de aclararle el tema a mi novia, ella me pidió que termináramos la relación, argumentando que tenía dudas de sus sentimientos por mí.
No quise comentarle lo que vi, quizás por amor propio o por delicadeza, el asunto es que me lo guardé.
Mi sobrino a los dos días estaba de alta y haciendo una vida normal para un recién nacido.
Llevo una semana saliendo con la hermana de mi cuñada, la que estudia medicina. La muchacha es bonita, y aunque no es mi tipo, debo reconocer que es simpática y muy inteligente.
Lo más importante para mí, es que sabe de medicina y quizás pueda hacer algo por mi destrozado corazón.
2 Comments:
Lindo cuento, saludos.
los doctores no pueden hacer nada por eso...
de verdad
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