INTENTO
Se sentó frente al computador con la intención de escribir un cuento. La narrativa no fluyó, recordó que debía enviar unos mensajes de correo electrónico, que había quedado pendiente de la jornada de trabajo. Mientras los enviaba se bebió una taza de té, el reloj marcaba las veinte treinta y cinco. Buscó ideas en sus experiencias cotidianas, éstas corrían, volaban, como niños jugando a pillarse. No logró concretar alguna de ellas. Pensó en los blogs de sus amigos virtuales, recordó que llevaba semanas sin leer y comentar en ellos; el tiempo parecía escurrirse en cada respiración, como hoyos negros en la existencia. Pensó escribir una disculpa en su blog, una sensación de angustia lo hizo desistir.
Se sentía agotado, muchas horas de trabajo, luego pasar a comprar provisiones, para llegar a casa y tener que fregar las ollas y platos de la noche anterior, asear, cocinar; quizás ni siquiera alcanzaría a hacer su rutina de ejercicios.
Decidió escribir un poema, eso era más natural para él.
Buscó la inspiración en un amor que por imposible, se hacía imaginario, y se escondía en el mundo de los sueños.
Su estrella del Norte se había apagado y su poesía lloraba soledades.
Hasta la estrella anónima se perdía en la distancia.
Finalmente buscó entre sus antiguos escritos, un poema dedicado a un antiguo amor, que por perdido, agigantado, saltó desde un rincón como felino, después de años, liberado. Hablaba de un amor de elefante herido.
Cuando estaba terminando de publicar, vio la hora, las veintiuna con quince, se le hacía tarde para empezar a cocinar.
Se sentía agotado, muchas horas de trabajo, luego pasar a comprar provisiones, para llegar a casa y tener que fregar las ollas y platos de la noche anterior, asear, cocinar; quizás ni siquiera alcanzaría a hacer su rutina de ejercicios.
Decidió escribir un poema, eso era más natural para él.
Buscó la inspiración en un amor que por imposible, se hacía imaginario, y se escondía en el mundo de los sueños.
Su estrella del Norte se había apagado y su poesía lloraba soledades.
Hasta la estrella anónima se perdía en la distancia.
Finalmente buscó entre sus antiguos escritos, un poema dedicado a un antiguo amor, que por perdido, agigantado, saltó desde un rincón como felino, después de años, liberado. Hablaba de un amor de elefante herido.
Cuando estaba terminando de publicar, vio la hora, las veintiuna con quince, se le hacía tarde para empezar a cocinar.
1 Comments:
Interesante reflexión sobre todas las cosas que nos impiden hacer lo que (no) queremos hacer.
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