BIENVENIDO AL MUNDO DE LOS SUEёOS, DE LAS HISTORIAS QUE NACEN DE LA VIDA COTIDIANA, LA SOLEDAD Y LA FANTASÍA

09 octubre, 2005

AMANTES


Con un gesto imperceptible, Adriana le pidió a su amigo que le rascara la espalda.Un par de años antes, ya siendo amantes, advirtieron que tenían la habilidad, aunque la entendían como debilidad, de permanecer abrazados sin moverse, absolutamente quietos; así concibieron la serie de cuadros plásticos, que presentaban en exposiciones de arte y en los salones de ingreso a las grandes convenciones.
Consistía en adquirir una posición amorosa y mantenerla durante un tiempo prolongado, semejando una estatua de tamaño natural. Vestían mallas y usaban maquillaje de color mármol, que les hacían ver como una gran piedra tallada.
En una ocasión, con tal de no perder un contrato, por un fuerte resfrío, Adriana llamó a una amiga para que la reemplazara, pero fue Rodrigo quien no pudo cumplir su papel, su talento, dependía de la cercanía de Adriana, desde el día en que la conoció.
Ocurrió en la primera lluvia de otoño, mientras ella corría a su automóvil, se le cayeron los libros que llevaba bajo el brazo, él se acercó a ayudarla y terminaron en un café, o mejor dicho, allí empezaron una amistad, que al cabo de un año, se había transformado en un amor tan profundo y apasionado, que se asustaban; tanto por el intenso deseo de estar juntos, como por el dolor que experimentaban al separarse.
Con voz suave, Adriana dijo: -Ráscame la espalda, a la altura de la paleta- pero no hubo respuesta.
Rodrigo llevaba varios años de matrimonio. La relación se había deteriorado, poco después del nacimiento de su segundo hijo.
El cuadro plástico, no sólo les permitía estar juntos también les reportaba dineros extras.
¡Rodrigo! gimió Adriana, no encontró respuesta. intentó rascarse y no pudo, intentó hablar nuevamente, tampoco pudo, un entumecimiento le endureció los labios, los brazos, todo. Sólo consiguió hacer un último movimiento, los ojos, para ver la mirada petrificada de Rodrigo, y no supo si lo que le impedía moverse era un abrazo sólido como la piedra o su propio cuerpo que se endurecía más y más.
Fue imposible establecer legalmente la propiedad de la estatua, así como determinar su materia prima, que si bien tenía el color del mármol, por su fina textura, más parecía marfil.
En su último pensamiento, Adriana alcanzó a comprender que con tan buena materia prima, pasaría mucho tiempo antes que necesitaran una restauración.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola Rodo! Me encantaron tus cuentos!! Me los lei todos pero este es el q mas me gusto.Tenés talento pibe!!jajaa. Ojala sigas escribiendo estas historias simples y sencillas pero q invitan a explorar sentidos. Te mando un beso grande, chau.
MARIA JOSE VILELA.

dom oct 30, 09:34:00 p. m. 2005  

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