CONMOCIÓN
Hace unos días bajaba en mi taxi por la calle Apoquindo, conmovido, sorprendido, no logro precisar bien el sentimiento, cuando me hizo parar una mujer de unos treinta y tantos años, alta rubia, atractiva.
Antes de seguir, me gustaría referirme a lo que provocó mi conmoción. Un rato antes, un jovencito me había parado, solicitando mis servicios en dirección a la parte alta de la ciudad, El Arrayán. Al parecer llevaba las compras anticipadas de navidad, una enorme bolsa que depositó en el maletero del automóvil. Al llegar a su casa (ocupaba una manzana entera) me pidió que entrara hasta ella, para caminar menos con la bolsa. Una vez allí, le ayudé a llevarla hasta el interior de la vivienda. La entrada de autos era de adoquines, tenía unos cincuenta metros de largo por cuatro de ancho, bordeada por hermosos árboles, terminaba en una gran rotonda de pasto con un par de palmeras en el centro. En el estacionamiento de automóviles, dos modernos Jaguar, impecables. Que hermosos automóviles, dije, el muchacho contestó: -son de mi padre- No salió hoy, pregunté, si, dijo el muchacho, ocupó otro Jaguar que le gusta más.
Ingresamos a la casa por la cocina, calculo, del tamaño del living-comedor de mi casa, luego llegamos a su dormitorio, que prefiero no describir, sin embargo puedo decir que era el sueño de cualquier adolescente. Allí me percaté que la música era la misma en todas las dependencias de la casa. Música ambiental, dijo el muchacho. Luego lo acompañé al exterior, detrás de la casa, prados, jardines, tres terrazas independientes y una hermosa y amplia piscina, al acercarme pude ver que los pequeños parlantes que rodeaban la piscina, en un principio me parecieron botes de basura, eran de marca “Bosé”. En un momento me asusté con un ruido sobre mi cabeza, el joven dijo: no se preocupe, es sólo uno de los pavos reales de la casa. Al mirar hacia el fondo de la propiedad vi tres casas más pequeñas que la principal; el muchacho explicó que una era de su hermano mayor, otra, un museo de su padre y la tercera, una bodega.
Por eso decía, que cuando la hermosa mujer me hizo parar, todavía estaba conmocionado y sorprendido.
Al preguntarle donde la llevaba, me llamaron la atención sus bellos muslos. Al responder: al centro, pude notar su marcado acento extranjero. Busqué entablar conversación, para volverme a mirar una vez más sus muslos, me pareció que su falda estaba un poco más arriba.
Mientras ella me respondía que trabajaba de agregada cultural en la embajada de su país, pude percibir su buen español, a pesar de su origen escandinavo. En un momento me preguntó derechamente: Te gustan mis piernas, yo turbado, contesté que si. Qué quisieras dijo. Me encantaría tener sexo contigo, dije. Vamos, llévame, dijo ella, llevo seis meses sola en Chile y no he tenido ninguna invitación, los chilenos no son directos, eres el primero que lo es, agregó.
Fuimos, lo pasamos muy bien y nos despedimos cordialmente, por supuesto, no le cobré la carrera.
De vuelta pensé en las diferencias entre los europeos y los chilenos, aunque lo que más sorprendido me tiene, son las enormes diferencias entre los propios chilenos.
Antes de seguir, me gustaría referirme a lo que provocó mi conmoción. Un rato antes, un jovencito me había parado, solicitando mis servicios en dirección a la parte alta de la ciudad, El Arrayán. Al parecer llevaba las compras anticipadas de navidad, una enorme bolsa que depositó en el maletero del automóvil. Al llegar a su casa (ocupaba una manzana entera) me pidió que entrara hasta ella, para caminar menos con la bolsa. Una vez allí, le ayudé a llevarla hasta el interior de la vivienda. La entrada de autos era de adoquines, tenía unos cincuenta metros de largo por cuatro de ancho, bordeada por hermosos árboles, terminaba en una gran rotonda de pasto con un par de palmeras en el centro. En el estacionamiento de automóviles, dos modernos Jaguar, impecables. Que hermosos automóviles, dije, el muchacho contestó: -son de mi padre- No salió hoy, pregunté, si, dijo el muchacho, ocupó otro Jaguar que le gusta más.
Ingresamos a la casa por la cocina, calculo, del tamaño del living-comedor de mi casa, luego llegamos a su dormitorio, que prefiero no describir, sin embargo puedo decir que era el sueño de cualquier adolescente. Allí me percaté que la música era la misma en todas las dependencias de la casa. Música ambiental, dijo el muchacho. Luego lo acompañé al exterior, detrás de la casa, prados, jardines, tres terrazas independientes y una hermosa y amplia piscina, al acercarme pude ver que los pequeños parlantes que rodeaban la piscina, en un principio me parecieron botes de basura, eran de marca “Bosé”. En un momento me asusté con un ruido sobre mi cabeza, el joven dijo: no se preocupe, es sólo uno de los pavos reales de la casa. Al mirar hacia el fondo de la propiedad vi tres casas más pequeñas que la principal; el muchacho explicó que una era de su hermano mayor, otra, un museo de su padre y la tercera, una bodega.
Por eso decía, que cuando la hermosa mujer me hizo parar, todavía estaba conmocionado y sorprendido.
Al preguntarle donde la llevaba, me llamaron la atención sus bellos muslos. Al responder: al centro, pude notar su marcado acento extranjero. Busqué entablar conversación, para volverme a mirar una vez más sus muslos, me pareció que su falda estaba un poco más arriba.
Mientras ella me respondía que trabajaba de agregada cultural en la embajada de su país, pude percibir su buen español, a pesar de su origen escandinavo. En un momento me preguntó derechamente: Te gustan mis piernas, yo turbado, contesté que si. Qué quisieras dijo. Me encantaría tener sexo contigo, dije. Vamos, llévame, dijo ella, llevo seis meses sola en Chile y no he tenido ninguna invitación, los chilenos no son directos, eres el primero que lo es, agregó.
Fuimos, lo pasamos muy bien y nos despedimos cordialmente, por supuesto, no le cobré la carrera.
De vuelta pensé en las diferencias entre los europeos y los chilenos, aunque lo que más sorprendido me tiene, son las enormes diferencias entre los propios chilenos.
2 Comments:
No se porqué extraña razón somos mas ajenos a nuestros compatriotas que a quienes no lo son.
Comprendo la situación.
Buenos ejercicios. Tal vez me habría gustado que salieras un poco del prototipo -rubia, alta, dinero, bellos muslos. Lo que quiebra lo esperable es siempre lo que queda.
Te desafío: que la próxima mujer de tus cuentos sea una morena bajita. ¿Cómo la conviertes en deseable?
Un abrazo, gracias por la imaginación.
Un cronopio espía.
Publicar un comentario
<< Home