UN FAVOR MUY ESPECIAL
En el primer momento no supe que pensar, más tarde sentí curiosidad y poco a poco comencé a disfrutar con la idea. Fiel a la opinión de mi amiga, mi espíritu aventurero (soy Sagitario) se fue imponiendo y esa noche al meterme a la cama, estaba dispuesto a hacerlo, sin importar las consecuencias.
Al día siguiente se lo conté a mi amiga Paula, quien no estuvo de acuerdo. Ella sostuvo que tarde o temprano mi instinto paternal se impondría y me impulsaría a luchar por el derecho a la paternidad. Terminarás exigiendo exámenes de ADN, dijo, transformando tu vida en una lucha sin tregua.
Pasaron varios días, una semana tal vez, casi había olvidado el episodio cuando me llamó María José, porque su amiga quería conocerme. Ah, le hablaste de mí, -si-, dijo, me preguntó si tu intención era renunciar al hijo o si después te arrepentirías. Cuéntale que tengo cinco hijos. María José continuó: -se lo dije, además, que eran magníficos estudiantes y buenos deportistas, como prueba de tu genética.
A los pocos días nos juntamos en un Café, María José nos presentó y se fue, no sin antes despedirse diciendo: -Ustedes tienen mucho de que hablar-.
Se trataba de una mujer bonita, pretendientes no debían faltarle. Al verla me entusiasmé y al hablar con ella quedé maravillado. Carla era culta, simpática y amorosa. Estuvimos conversando largamente, pasando de un tema a otro, a cada momento la charla se hacía más grata. Una mujer así es para enamorarse y tener muchos hijos, pensé.
En un momento de la conversación, hablamos de Fútbol, dijo ser hincha de Colo Colo, un equipo de mi ciudad, su padre fue jugador y hoy dirigente. Yo soy hincha de la Universidad de Chile, su clásico rival.
Más tarde dijo que para las próximas elecciones presidenciales le gustaba un candidato de Derecha, un empresario, porque le parecía, fomentaría el turismo.
Yo, siempre he sido de Izquierda.
Allí fue cuando la incipiente relación se enfrió. No tocamos el tema de “hacer” un hijo. Quizás la expresión de mi rostro, detonó la pronta despedida.
No he vuelto a ver a María José, menos a Carla. Hay días en que reniego de mis prejuicios. Mi hijo mayor siempre dice que mi intolerancia terminará aislándome.
La verdad, no me importa, quizás me haya perdido una interesante experiencia, quizás un buen romance, o un buen “polvo, sin embargo no me arrepiento de lo sucedido, al contrario, de haber tenido un hijo con ella, no habría podido incidir en su educación y finalmente sólo habría aportado un miembro más al “enemigo”.