CARTA DE EVA IV
Si te he hecho llegar esta carta es porque no estoy dispuesta a verte, ni una sola vez más en mi vida.
Dudo que vuelva a sucederme algo tan fuerte e importante, en el plano amoroso, como conocerte a ti. Jamás creí en el amor a primera vista, pero contigo, se rompieron muchos de mis esquemas. Aún recuerdo la tarde de nuestro primer encuentro, fue verte y amarte. Pensar que todo estaba dado para que fuésemos felices, yo te amé, tú me amaste, ninguno de los dos tenía compromisos; en el plano sexual, nos entendimos desde el primer instante que estuvimos juntos, en fin, todo “miel sobre hojuelas”.
Sin embargo, nada ni nadie es perfecto en esta vida, y al poco tiempo fui descubriendo tu afición al alcohol y la cocaína.
En un principio, los fines de semana, luego a partir del día sábado y finalmente todos los días.
Para serte franca, bajo el efecto de las drogas, porque para mí el alcohol es una droga, no eras el mismo. Dejaste de ser el hombre luminoso, ese ser lleno de bondad que vi el día que nos conocimos, hasta “el la cama” dejaste de funcionar, necesitabas cocaína para conseguir una erección.
No por eso dejé de amarte, te consta, y también a nuestras familias y amigos. Todos saben que hice importantes esfuerzos por sacarte de la adicción. Trabajé extra para pagar la clínica, para qué, para que la abandonaras antes de terminar el tratamiento.
Sabes, una relación de pareja es mucho más que vivir juntos y “tirar rico” como decías, es proyectarse juntos al futuro y establecer ideales comunes. No estoy descubriendo nada al decir esto, sólo pretendo que entiendas que a pesar de amarte, no estoy dispuesta a vivir un minuto más contigo. Ya no intentaré cambiarte, es desgastador y “neurotizante” vivir para hacer cambiar a la persona amada.
Por eso te digo: no me busques, no me llames.
Ah, no sacas nada con llegar hasta mí con el viejo cuento que “estás limpio”, ya no te creo.
Finalmente quiero decirte que habría podido seguir aguantando la situación, pero hay un tema de principios: desde muy joven dije que nunca, ¡entiende bien! Nunca soportaría que un hombre me golpeara, por eso, aunque te ame, no me resta más que decirte adiós.
P.D.: El dinero que te llevaste, que habíamos ahorrado para comprarnos un apartamento, puedes bebértelo, al igual que tu amor, ya no me interesa.