PUNTOS DE VISTA
Salí de la tienda con una mezcla de sentimientos: pena, frustración e indignación. Unos metros más allá, un tipo con el que creí tropezar, me apuntó con una pistola y dijo:
-¡Entrégame el dinero!
Sin pensarlo dos veces, intimidado por el arma, se lo entregué. El tipo dijo:
-¡Date vuelta!, si miras para acá eres hombre muerto- y se alejó.
Al alejarse, me escondí tras un kiosco de periódicos. El tipo caminó rápido cerca de noventa metros, miró para atrás y al no verme se sintió seguro, se cambió de saco, se puso una corbata muy vistosa y empezó a caminar con aire inocente.
Sin que se percatara, lo seguí, me aproximé por detrás en medio de la multitud que a esa hora caminaba por el centro de la ciudad. Cuando lo tuve a mi alcance, me abalancé sobré él, y tomándolo del cuello lo reduje. Caímos al suelo, la pistola saltó lejos de nosotros, en el momento que le exigí que me devolviera el dinero, llegaron dos policías, nos apuntaron, nos esposaron y nos llevaron detenidos.
Recién había comprado una gaseosa, cuando lo vi aparecer, vestía jeans y zapatillas, llevaba el cabello largo, en general su apariencia era descuidada. Entró a la tienda de música, inmediatamente supe que con la intención de asaltarla. Seguramente que al ver a tantos empleados varones, desistió. Se veía desesperado. Buscó a algún transeúnte a quien robarle, enfrentó a un señor de saco azul, al parecer no encontró que robarle y se quedó escondido tras un kiosco de periódicos, buscando a la distancia una víctima más rentable.
De lejos lo vio, era un señor de saco marrón, lo siguió, cuando estuvo cerca lo tomó del cuello y al parecer lo encañonó con su pistola, la misma con la que pensaba asaltar la tienda de música. El señor del saco marrón se resistió, la pistola saltó lejos, y cuando luchaban en el suelo, apareció la policía y los subió al carro.
Yo pasaba por ahí, un tipo saltó sobre el cuello de otro, forcejearon y una pistola saltó por los aires. Al principio parecía todo muy real. De pronto aparecieron dos policías, en seguida me entraron dudas. A decir verdad, el carro me pareció raro, miré la pistola y eso fue lo que me hizo dudar, se notaba que era una pistola de utilería. Al contemplar a los policías, sus uniformes me parecieron de una tonalidad levemente distinta a la real.
En seguida supe que era un show, busqué las cámaras, no las encontré, entonces supe que se trataba de una cámara escondida.
En ese momento reconocí a los actores, los había visto alguna vez en la televisión.
Ah, las esposas también eran de utilería.